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Claves para el futuro de la Abogacía más allá de la COVID-19: comunicación, innovación, resiliencia y capacidad de adaptación

El 18 de marzo, IE Law School reunió a profesionales de los despachos nacionales más importantes para debatir sobre el futuro del sector en “La Abogacía más allá de COVID-19”, una mirada hacia el horizonte de la profesión jurídica donde se repasaron los retos impuestos por la pandemia y las soluciones propuestas por las firmas.

Durante la crisis, los abogados se han enfrentado a los desafíos específicos de un sector en proceso de renovación a la vez que seguían asesorando a clientes de otras industrias amenazadas por la misma incertidumbre. Así lo detallan los participantes en el debate de IE Law School: Fedra Valencia, socia de Cuatrecasas; Joaquín Latorre, socio director de PWC Tax & Legal; Pilar Menor, senior partner de DLA Piper Spain; Teresa Martín, profesora de IE y socia directora de Mavens Abogados; y Manuel Deó, CEO de Ambar.

Retos internos y externos del sector

El teletrabajo ha sido un desafío para la profesión jurídica, que se basa en la colaboración de los equipos, y un reto mayúsculo para los despachos con cientos de abogados. En este sentido, Pilar Menor, socia sénior de DLA Piper, destacó los beneficios que estos cambios dejan en la industria: “Aunque la abogacía es un sector tradicional, el modelo híbrido de trabajo presencial y en remoto se mantendrá, igual que continuará la moderación de los viajes internacionales en beneficio de una mayor sostenibilidad”.

“En este contexto extraordinario, los clientes han pasado de vernos como proveedores a considerarnos partners y parte de su equipo de cara a las amenazas exteriores”.

La abogacía también ha adaptado su servicio a las nuevas necesidades de los clientes, quienes ahora necesitan asesoramiento sobre leyes cambiantes, inciertas y contradictorias, así como sobre materias vitales en estos momentos como la reestructuración de deuda o la ciberseguridad. El reto ha sido conservar la cercanía de la relación entre las partes. “En este contexto extraordinario, los clientes han pasado de vernos como proveedores a considerarnos partners y parte de su equipo de cara a las amenazas exteriores”, subrayó Teresa Martín, Directora del programa Executive de Corporate Legal de IE y socia directora de Mavens Abogados. Todos los expertos presentes en el debate coincidieron en que esta es una de las consecuencias positivas de los cambios estructurales.

Acción tras la reflexión

La crisis ha demostrado la relevancia de los planes estratégicos y la innovación para hacer frente al cambio. Por ejemplo, antes de la pandemia, Manuel Deó, CEO de Ambar, y Director del Programa Executive de Reestructuraciones Empresariales, Refinaciones y Concursal, había ya propuesto la desmaterialización del entorno de trabajo. Esa idea era osada entonces, pero la crisis ha acelerado el cambio del paradigma tradicional hacia un modelo flexible y una cultura de captación del talento digitalizada. “Es un futuro prometedor, donde los abogados podrán ejercer de forma autónoma sin injerencias en su trabajo, pero con los niveles de escucha y cercanía necesarios”, pronosticó Deó. La realidad actual también ha impulsado nuevas medidas como la formación online o el diseño de espacios digitales para coordinar equipos. Fedra Valencia, socia de Cuatrecasas, comentó que “los eventos online como 'la hora del café laboralista' o 'el día concursal' fomentan la interacción entre los abogados”, y también explicó que se ha notado un aumento del interés por las comisiones técnicas ahora estas han pasado a celebrarse online.

Digitalización de la administración de justicia

“La flexibilidad no afecta solo a la presencia, sino también a los recursos. Estábamos acostumbrados a ver montañas de papeles en los despachos, pero se ha demostrado que podemos tener un puesto volante e igual de efectivo”, explicó Joaquín Latorre, socio director de PWC Tax & Legal. Esta explicación describe la nueva realidad de las firmas y de la propia administración de justicia, cuyos procesos se han digitalizado aceleradamente como muestra el aumento de audiencias telemáticas. La digitalización afectará a la relación entre administraciones, y la atención en ventanilla puede tener los días contados.

“Es un futuro prometedor, donde los abogados podrán ejercer de forma autónoma sin injerencias en su trabajo, pero con los niveles de escucha y cercanía necesarios”, pronosticó Deó.

Horizonte más allá de la COVID-19

La crisis ha despertado las necesidades de los clientes en áreas legales directamente vinculadas a la digitalización, como la ciberseguridad y el medio ambiente. Además, los expertos auguran una tendencia hacia la integración del mercado empresarial y el consiguiente aumento de la actividad de fusiones, compras y ventas, operaciones que van a requerir servicios legales especializados.

La frenética actividad en el ámbito del derecho laboral, ahora afectado por fuertes ajustes, dará paso a un futuro más centrado en aspectos como la diversidad, la inclusión o el bienestar, según indica Pilar Menor, miembro del comité directivo de salud mental y bienestar de DLA Piper. Este comité es una iniciativa innovadora que evalúa la carga de trabajo de los profesionales y les ofrece soluciones personales, algo que, según la abogada, refleja una tendencia que “se aprecia también en clientes, que se orientan igualmente hacia la idea de compañías saludables”.

En definitiva, el nuevo horizonte al que se dirige la abogacía sitúa la comunicación con los clientes en el eje de una actividad profesional que también se apoya en las capacidades de resiliencia y de adaptación adquiridas durante los momentos de la pandemia, todo ello en el contexto de una transformación en la que la innovación desempeña un papel clave.