Encontrando tu IKIGAI – por qué hacer un programa de Dirección

Hace no tantos años, lo habitual era que una persona desarrollase toda su vida laboral en un mismo sector, en una misma área o incluso en una misma empresa. En esos tiempos y entorno, la forma de afrontar la carrera profesional era bien diferente y solamente aquellos con curiosidad personal y ambición de conocimiento invertían en su formación como una forma de diferenciarse en un mercado laboral bastante plano y desde luego mucho menos dinámico que el actual.

Mucho ha cambiado el panorama ahora, en el que las funciones son cada vez más líquidas, algunas van a desaparecer en breve, otras se crearán, aunque con fecha de caducidad y vendrán nuevas que todavía no llegamos a imaginar…y…¿qué se les va a pedir a los profesionales que las vayan a ocupar?

Tener un sólido conocimiento técnico, capacidad de aprender, ser flexible y adaptable, son hoy condiciones absolutamente necesarias y que se dan por descontado para afrontar los nuevos retos que nos propone el nuevo entorno.

De esas capacidades y de los conocimientos de gestión que tengamos, va a depender que podamos contribuir al crecimiento en nuestras organizaciones y en nosotros mismos como profesionales responsables y conscientes de que ahora además de cuidarse, toca arrimar el hombro y conseguir primero la estabilidad y luego valor sostenible en nuestras empresas.

Por estas razones, es más relevante que nunca elegir la formación que garantice ese propósito de crecimiento. Nos surge entonces la pregunta, … ¿Y por qué elegir un Programa de Dirección frente a otras alternativas posibles?

No es fácil responder a esta cuestión sin antes analizar cuál es el factor diferencial de estos programas.  Un programa de Dirección es una propuesta académica muy específica, que potencia nuestro conocimiento en el sector o área de nuestro interés, y cuya elección atiende no sólo a razones cualitativas, sino también a otras subjetivas igual o más relevantes que las primeras.

Los Programas de Dirección están diseñados para profundizar en las claves de gestión de una industria o sector (el inmobiliario, el sector de la salud, el lujo, o el financiero…) o en un área de la empresa (las finanzas, la comunicación, el marketing o la gestión de las personas entre otros…) proponiendo un contenido muy de nicho, aunque siempre desde una perspectiva innovadora y contextualizada, lo que permite a los alumnos hacer su propio benchmark, y extrapolar y ejecutar el conocimiento adquirido a los retos concretos a los que ellos se enfrentan en sus propias organizaciones.

Desde el privilegio de  trabajar en el sector educativo con el indudable impacto social que tiene y en el que de alguna manera te sientes responsable de generar valor a las empresas y a los directivos a través de los programas que diseñamos, he tenido la oportunidad de mantener cientos de conversaciones con futuros alumnos  en las que hemos compartido reflexiones sobre sus inquietudes personales, sus proyecciones profesionales, sus expectativas de desarrollo en sus empresas, o sus necesidades de dar un golpe de timón en sus carreras.

Además de la comprensible aspiración a enriquecerse intelectualmente con la formación elegida y conocer la experiencia académica en una institución de primer nivel como la nuestra, en todo este colectivo he visto cómo se repiten patrones comunes en el proceso de decisión para la realización de su programa de Dirección.

Mi impresión es que la primera motivación es siempre la adquisición de un sólido conocimiento sobre la gestión del sector o área de su interés. En segundo lugar, robustecer su red de contactos que se ve exponencialmente incrementada por las excelentes relaciones que establecen los alumnos entre sí y con los profesores de los programas, muchos de ellos directivos de referencia en sus campos.

En tercer lugar, el deseo de impulsar sus carreras profesionales y dar un salto cualitativo en ese sector o área en el que llevan ya varios años trabajando, o dar un cambio de rumbo hacia aquel que ambicionan.

Estos tres elementos de decisión, aparentemente tan objetivos y racionales, tienen sin embargo un fuerte componente subjetivo y emocional en el que encontramos el IKIGAI de esos estudiantes.

El concepto de IKIGAI nace en Japón y podríamos definirlo como una actitud o filosofía vital que te conduce a la auto realización personal y/o a tu propósito de vida. En Occidente hemos tratado de incorporarlo también a nuestra visión de la vida contemporánea e identificamos 4 pilares esenciales en su composición:

  1. Hacer lo que se ama
  2. Hacer aquello en lo que somos buenos y para lo que tenemos talento
  3. Hacer aquello por lo que nos pueden pagar
  4. Hacer aquello que necesita el mundo

La idea del IKIGAI como impulsor en la toma de decisión, es algo que tiene mucho que ver con el perfil del alumno de un programa de Dirección, pues son profesionales que tienen ya probada experiencia y que optan por esta formación desde una posición más cercana a la vocación, que a razones únicamente objetivas.

Lo que oímos en esas entrevistas y conversaciones, tiene mucho más que ver con la pasión (1);  la necesidad de formarse para incrementar su talento y ser mejores en su trabajo (2);  la aspiración a mejorar salarialmente (3);  y alinear lo que se desea hacer con la necesidad de dar respuesta a la sociedad, la empresa y el mercado (4).

Desde mi posición como directiva de una institución educativa, me siento muy orgullosa de ofrecer una propuesta académica con la que estos alumnos tienen la posibilidad de unir vocación con conocimiento y crecimiento.

Dedicamos muchas horas de nuestra vida a nuestro trabajo, y nada hay más grato de poder hacer aquello que nos gusta, para lo que somos buenos, que nos paguen por ello y que además sea bueno para la sociedad. Esto se llama propósito.

Todos tenemos uno y nuestro propio IKIGAI, la cuestión es saber encontrarlo y cuando un candidato se decide por realizar un Programa de Dirección, está muchísimo más cerca de conseguirlo.

 

Carola Arbolí

Directora Ejecutiva de Programas Nacionales

Julián Trigo

Director de Admisiones

 

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