El potencial personal para liderar el cambio

El liderazgo pone el potencial individual al servicio de un cometido colectivo. Se trata de un juego de relación en el que las emociones del líder y las del grupo también participan, lo que se acentúa aún más en los momentos de transición o cambio. La confianza y el coraje del líder comunican más que las palabras.

El potencial personal para liderar el cambio

Asumir la postura del líder en un proceso de cambio, además de experiencia, conocimientos, inteligencia o creatividad, requiere capacidad de autoobservación, para ser consciente y gestionar las emociones. No es posible separar la dimensión personal de la profesional.

Igualmente, es necesario diferenciar entre cambio y transformación. Mientras que el primero simplemente sucede, la transformación implica la voluntad consciente de evolucionar, un proceso siempre complicado en una organización. Supone un esfuerzo reflexivo que afecta a personas con diferentes grados de responsabilidad e impacto.

Muchos factores frenan un proceso de transformación, como es el caso de las posibles historias heredadas tanto en el ámbito personal como en el organizativo, pero la clave está en no alejar esos obstáculos ni en tratar de eliminarlos, sino en identificarlos. Para gestionar y liderar el cambio, más que en el resultado final, es preciso poner conciencia en el proceso, algo que implica una modificación del paradigma en las organizaciones, que habitualmente tienen una importante orientación al resultado. En este camino, los diálogos son los que van a permitir la transformación, llegar sin empujones ni sufrimiento.

 

Identificar las trabas

Las trabas inconscientes, los frenos, las barreras o los elementos de resistencia son diferentes en cada nivel. En la fase de planificación es preciso ser conscientes de los beneficios que se van a obtener, así como de las pequeñas renuncias que es necesario dejar atrás. El cambio no es fácil e implica consciencia, transformación, voluntad y mantenimiento de conversaciones a todos los niveles. Elevar la conciencia supone responsabilidad y poner luz, sin permitirse autoengaños. En el camino del cambio es también fundamental no emitir juicios, porque, cuando uno está convencido de su presente, tiene que honrar su pasado.

Ante esta realidad, es importante avanzar con un proceso de desarrollo personal, ya que somos personas, no roles profesionales, por lo que trabajar la inteligencia emocional no solo es legítimo, sino también obligatorio. Se trata de poner conciencia sobre nuestras sombras y evitar que gobierne el ego.

Para gestionar y liderar el cambio es preciso poner conciencia en el proceso, algo que implica una modificación del paradigma en las organizaciones.

Estructura del ego

Otro aspecto a tener en cuenta es la estructura del ego. Se habla de aniquilarlo, pero es mejor conformarse con gestionarlo y ser amigos. Los guardianes del ego son la sensación de vacío, el miedo y la soledad. Las personas son fuertes y débiles, sumisas y agresivas, orgullosas y humildes, las dos caras de la moneda, pero damos valor a una de las polaridades y negamos o enjuiciamos la otra, por matices de índole familiar y social. Cada sujeto se va construyendo un “traje” que le permite salir adelante, mostrarse al resto tapando esos aspectos que considera que no gustan o son negativos. Sin embargo, la realidad es que, cuantos más ladrillos se ponen para evitar lo que esta fuera, más pierde la persona de sí misma a la vez que deja de saber quién es. Por esta razón, es preciso entrenarse en conocer y escuchar, algo que después se puede utilizar tanto para manipular como para influir, porque las herramientas son las mismas.

La realidad es que el trabajo personal permite comprender mejor al otro y no se centra en cambiar externamente, sino en cómo el individuo desde dentro gestiona esa faceta externa sin renunciar a sí mismo. Otro aspecto importante está relacionado con el equilibrio entre el dar y el recibir. La vida es un constante “dar y recibir” y un desequilibrio puede debilitar el sistema.

No se trata de ver al otro como enemigo, sino más bien de saber algunas claves que permiten liberarse de su impacto y control sobre nosotros. La primera es no sentirse ofendido, porque quien tiene la capacidad de alterar a otro lo controla y, por tanto, tiene el poder. Es interesante analizar por qué puede llegar a alterarnos un perfil determinado de persona. Otra clave es frenar la necesidad de ganar, ya que no siempre será posible conseguirlo. No se trata de no enfrentarse a retos, sino de entender que la vida no es un constante diez. Igualmente, no querer tener siempre la razón es fundamental, ya que no se puede partir siempre por sistema de que el otro es el que está equivocado. Hay que apostar por los tiempos de escucha y por ponerse en el lugar del contrario. Otra clave es no sucumbir a la tentación de sentirse superior, confundiendo puesto y persona, así como esquivar la necesidad de tener más, confundiendo las aspiraciones con la ambición desmedida. El objetivo no es solo ganar y obtener resultados, sino ser mejores y ser conscientes al máximo del yo profesional y del yo persona.

 

© IE Insights.

 

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