Los horizontes industriales del puerto cuentan con un gran potencial, pero nadie es capaz de reclamarlo. La región, salpicada de una arquitectura diferente, no deja de rechazar estos edificios, a merced del deterioro y condenados a su desaparición. Hay una gran paradoja en ello: la superficie máxima utilizable produce una arquitectura utilizable mínima.
El objetivo de este proyecto es tomar la paradójica noción de escala para abordar los problemas territoriales, sin restricciones. Es muy posible que surja una forma diferente de definir a qué escala pertenece la arquitectura. El proyecto, por tanto, es un ejercicio en “grandes construcciones”. Más allá de cierta escala, su programa para intensificar el vacío entra en el dominio de los esfuerzos de Sísifo. Por ende, para engañar a la paradoja original de la escala, se introduce la variable del tiempo: “La intensidad en un vacío a través de la temporalidad” se convierte en un trabalenguas.
De modo que este proyecto especula sobre las condiciones de intensidad, masa, temporalidad y uso, a la vez que pone en cuestión los límites de lo que se considera un edificio. La hipótesis del proyecto es que cualquier programa es demasiado pequeño para esta zona: a la luz de la fragmentación y la temporalidad, se necesita una actuación “grande”.