En el año 2031, Silicon Valley está prosperando como nunca antes. El consumo de microdosis de sustancias psicodélicas para impulsar la carrera profesional se ha convertido en la norma para muchos empleados ambiciosos.
Los consumidores de microdosis se encuentran operando en un nivel superior, superando a sus colegas en productividad e innovación. Sus empresas cosechan las recompensas, experimentando ganancias sin precedentes y ganando una reputación excepcional. La competencia se intensifica entre los empleados que consumen microdosis y aquellos que se muestran escépticos, contemplando si conformarse o arriesgarse a quedarse rezagados. El atractivo de progresar en la carrera tienta a muchos y la tendencia gana impulso. Así surge Sprout, una startup, que enciende una revolución productiva psicodélica.
La startup crea productos comestibles de psilocibina, diseñados para ser consumidos por los empleados para impulsar su rendimiento. Capitaliza la venta de estos productos a empresas en Silicon Valley, alimentando el ciclo de éxito impulsado por las ganancias. A medida que los jefes comienzan a presenciar el florecimiento de sus empresas, los productos de Sprout eventualmente se vuelven tan comunes como el café en la oficina.
Sprout es un proyecto de diseño especulativo que destaca los peligros de la hiperproductividad. Se adentra en las complejidades de la innovación, la competencia tóxica y la presión por mantenerse al día. Critica la situación paradójica en la que los psicodélicos, una vez utilizados para desafiar los sistemas, ahora se han asimilado al propio sistema que buscaban desmantelar. A través de su exploración de la intersección entre el capitalismo, la hiperproductividad y la mercantilización de los psicodélicos, Sprout anima a la audiencia a cuestionar la línea delgada entre la mejora personal y el sacrificio de uno mismo en la búsqueda implacable del crecimiento profesional.