Hacia un nuevo diseño de la carrera profesional y personal

Con el aumento de la esperanza de vida y la modificación de las carreras profesionales se incrementa la necesidad de gestionar activamente tanto la propia carrera como el conocimiento y las habilidades necesarias para alcanzar el éxito al que toda persona aspira. Y todo es más sencillo si esta parte de un propósito personal sólido y claro.

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La longevidad de las personas es una nueva realidad a la que se enfrentan todos los sectores y organizaciones; un éxito propio de los avances científicos que tiene su repercusión en infinidad de factores, uno de los cuales es el ámbito profesional de los individuos. Según el World Bank, Human Mortality Database y otros estudios, un elevado porcentaje de los nacidos en los países desarrollados en el siglo XX tienen una esperanza de vida superior a los ochenta años y se espera que en las próximas décadas esta se incremente más, con lo que se abre la oportunidad de diseñar la vida en el trabajo de manera distinta.

Esta variación demográfica ha introducido nuevas fases en las personas. Si antes se hablaba de educación, desarrollo de carrera y retiro, ahora se puede destacar la capacidad de experimentación antes de iniciar una carrera, así como la de buscar proyectos de impacto antes de la jubilación. De hecho, se duda mucho de que en un futuro no tan lejano exista como tal este concepto; más bien hay que empezar a pensar en una especie de “desjubilación” (unretirement).

Para muchos, los títulos, cargos y remuneraciones pasan a un segundo plano en favor del desarrollo de actividades que tienen un impacto relevante y con sentido en la comunidad.

Un nuevo mundo a partir de los cincuenta

Para perfiles sénior que superan los cincuenta años aparece una visión diferente dada la experiencia personal y profesionalmente acumulada. Se observa que, para muchos, los títulos, cargos y remuneraciones pasan a un segundo plano en favor del desarrollo de actividades que tienen un impacto relevante y con sentido en la comunidad, entendida en su sentido más amplio. No en vano, algunos de los proyectos más reconocidos y con mayor repercusión proceden de personas de esas edades; proyectos que, pese a la edad de sus líderes, son del todo emprendedores, con una vocación de enseñar, asesorar e investigar sobre diversos aspectos.

Este es el caso de Lucy Kellaway, que a sus cincuenta y siete años dejó la profesión de periodista en el Financial Times para dedicarse a la enseñanza secundaria y, en el camino, no solo contribuyó a reducir el problema de escasez de profesorado en este nivel en el Reino Unido, sino que además invitó a un grupo de profesionales (muchos de ellos profesionales de la banca y de los servicios) a dejar sus carreras e incorporarse a la ONG Now Teach para dedicarse a la educación de jóvenes de entre doce y dieciséis años.

Para una persona, elegir un proyecto que la refuerce es más sencillo si tiene claro un porqué o un para qué.

Carreras más largas, cambio de visión

El futuro de la empleabilidad cambia dadas las perspectivas de vida actuales. Las carreras pasan a estar enfocadas a sesenta años vista y, por tanto, surgen nuevas vías para afrontar el camino. El clásico modelo “T”, basado en una sola especialización troncal (finanzas, enseñanza, política, derecho…) sobre la que se construyen distintas variantes a lo largo de la carrera profesional, cambia por un modelo “M” que permite distintas especializaciones profundas. Todo esto se produce por los rápidos cambios que se desarrollan en nuestro entorno y la posibilidad de explorar y experimentar, ya que las carreras se alargan.

Las propias carreras se adaptan a las exigencias de cualquier sector, de modo que las transiciones se convierten en una forma de vida tanto para los jóvenes como para los profesionales con más experiencia. Además, se puede decir que los más veteranos abiertos al cambio entran en este punto en una fase de introspección, más pausada, en la que se cuestionan dimensiones más profundas acerca de su identidad. Son preguntas que tienen que ver con el propósito de sus acciones.

Para que el proceso tenga éxito, es crítico permitir y acompañar a estos profesionales en el redescubrimiento de su propósito vital.

Una “inversión” con propósito

Aunque las transiciones profesionales se hacen cada vez más habituales (los trabajadores, para seguir formándose, desde el inicio de su carrera tienen diferentes maneras, socialmente aceptadas y recomendadas, de gestionar las transiciones: estudiar un máster, cambiar de país o de organización, etc.), una vez superados los veinticinco o treinta años de experiencia, no es tan fácil invertir en explorar qué puede tener sentido para el siguiente paso profesional y vital. Dedicar tiempo a estos planteamientos supone, de alguna manera, un cambio importante no exento de riesgos. En cierta forma, es una oportunidad de volver a empezar, de modo que, si la persona tiene claro su propósito, es más fácil asumir riesgos y tomar decisiones al respecto. Para una persona, elegir un proyecto que la refuerce es más sencillo si tiene claro un porqué o un para qué. Con frecuencia, el porqué y el para qué se han diluido, incluso desaparecido, ante la necesidad de dar respuesta a necesidades tan mundanas como sacar la familia adelante o lograr la siguiente promoción.

Reconociendo que los esquemas laborales y sociales actuales no conceden espacios para “parar y reflexionar”, ¿cómo pueden estos profesionales tener tiempo, frecuentemente con ritmos e intensidades diversas, para diseñar y prepararse para los siguientes diez o veinte años de impacto, satisfacción y productividad?

Para que el proceso tenga éxito, es crítico permitir y acompañar a estos profesionales en el redescubrimiento de su propósito vital. Una vez identificado el propósito, este pasa a convertirse en una brújula y un criterio muy valioso en la toma diaria de decisiones. Todas ellas tienden a reforzarse, aclarando el camino y construyendo nuevas metas que pueden ser tanto o más ambiciosas que las de la etapa anterior.

En algunos países tendemos a pensar que dar cierta transcendencia a nuestro trabajo es un tema de los millennials o de las ONG. Muchos hemos crecido en entornos en los que “dedicarse a hacer el bien” estaba reñido con generar valor. Cada vez hay más evidencia empírica de que dar sentido y cierta transcendencia a nuestro trabajo no está, ni mucho menos, reñido con la generación de valor y con el éxito de parámetros financieros. Fred Kofman, profesor economista del MIT y director de desarrollo de talento en Google y antes en LinkedIn, lo explica muy bien en su último libro, The Meaning Revolution. De hecho, existen índices americanos que señalan que las empresas de nueva creación lideradas por personas de más de cincuenta años tienen más probabilidad de éxito que otras en manos más jóvenes. Por tanto, el emprendimiento no es exclusivo del talento joven. La fórmula más enriquecedora consistiría en unir el talento de ambos segmentos.

En este contexto, hay que resaltar la importancia de seguir invirtiendo también en el desarrollo y cuidado de las relaciones personales. Un estudio de Harvard Medical School, Study of Adult Development, realizado durante más de setenta y cinco años consecutivos, incide en la importancia de la calidad de estas relaciones como el mejor elemento predictivo de una vida más plena en esas fases de madurez del individuo.

Las empresas de nueva creación lideradas por personas de más de cincuenta años tienen más probabilidad de éxito que otras en manos más jóvenes.

Insatisfechos e inconformistas, pero motivados

Con el poso de la reflexión personal aflora el espíritu inconformista que tanto dinamismo aportó en el pasado. El viaje continúa con la renovación de valores, pero de una forma más estructurada y rodeado de nuevas personas.

Los nuevos círculos de amistades se deben entender como un nuevo impulso para dar sentido a cada transformación personal. Como reconoce la profesora Herminia Ibarra, de la London Business School, las relaciones que han apoyado al éxito en un papel profesional no son necesariamente las que permitirán el éxito en el siguiente capítulo. Por tanto, es muy importante actuar con visión estratégica sobre esa nueva red de relaciones profesionales que será necesario desarrollar.

Toda ayuda y experimentación es necesaria en el complejo proceso de volver a aprender. El Neuroleadership Institute, en su trabajo de formación en el entorno laboral, recuerda varios conceptos como la atención o la emoción para llevar a cabo un proceso de aprendizaje efectivo. Sin embargo, es conveniente reconocer la importancia del “desaprendizaje” que cuestione mitos e hipótesis sobre el crecimiento profesional de épocas anteriores para dar paso a nuevo aprendizaje adaptado a las exigencias presentes y futuras.

En resumen, como señala Anita Hoffmann, directora general de Executiva y autora del libro Purpose & Impact, “porque vamos a vivir más tiempo y las cosas cambian rápidamente, unas industrias aparecen y otras desaparecen, saber cómo crear nuevas opciones para uno mismo se convierte en una habilidad realmente esencial para la vida”.

 


Las ideas para la elaboración de este artículo se han extraído de la investigación realizada para el programa Transformation with Purpose. Para obtener más información sobre el programa, no dude en ponerse en contacto con Janna Wetter Coraspe.


 

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