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5 consejos para afrontar un proceso de selección en un despacho de abogados

Tú defines el éxito, no tu entorno. Álvaro y Javier, alumnos del Doble Máster en Abogacía y Asesoría Jurídica de Empresas, inician sus prácticas profesionales en septiembre del presente año. En este post nos cuentan lo que aprendieron en su proceso de selección, lo qué buscan los despachos y consultoras y cómo inclinar la balanza a tu favor.

1. Sigue la actualidad

A la hora de afrontar un proceso de selección en un despacho de abogados es posible que caigamos en la tentación de centrar todos nuestros esfuerzos en conseguir la mayor solidez jurídica posible, para así poder impresionar a los entrevistadores. Si bien se presume un determinado nivel de conocimientos jurídicos en un proceso de selección de estas características, muchos candidatos pasan por alto la gran importancia que tiene para los despachos el hecho de seguir la actualidad.

En realidad, cuando se reflexiona sobre ello, es sencillo averiguar el porqué: un abogado que “está en el mundo” y conoce los hechos relevantes de los sectores para los que presta sus servicios será capaz de entender mejor las necesidades de sus clientes y del mercado en el que opera. Conocer, aunque sea a grandes rasgos, las principales noticias y eventos a nivel local, nacional e internacional, puede convertirse en un elemento diferenciador que aporte un gran valor a tu perfil como candidato. Para ello, recomendamos leer con la mayor frecuencia posible alguno de los principales diarios nacionales, así como la prensa económica especializada.

2. Demuestra intereses más allá del derecho

Hemos observado varias veces la siguiente situación: un candidato tiene un buen expediente académico e idiomas, ha cursado parte de sus estudios en el extranjero y en las entrevistas responde correctamente a casi todas las preguntas técnicas. Recibirá oferta del despacho seguro, ¿verdad? Pues eso no siempre es así, lo que suele sorprender mucho a los candidatos rechazados.

Esto se debe a que un abogado en potencia es algo más que una máquina que acumula conocimientos. Es fundamental que seas capaz de conectar con las personas que forman la organización a la que te quieres incorporar, y para conseguirlo deberás mostrar intereses distintos al derecho en tu perfil y CV. Quizás te guste el debate, tocar la guitarra o jugar al baloncesto los fines de semana. Es posible que seas un apasionado de la ficción fantástica o un amante del arte moderno. Todos estos intereses son más importantes de lo que crees en un proceso de selección, ya que son pequeños detalles que revelan información adicional sobre ti y que, en última instancia, pueden servir para inclinar la balanza a tu favor.

Eso sí, jamás incluyas en tu currículum algo sobre lo que no puedas hablar durante, al menos, el tiempo que dure una entrevista. Si te describes como un gran aficionado de los coches en tu perfil, los abogados que te entrevisten esperarán que puedas mantener una conversación fluida sobre el tema. Nunca se sabe, puede que el socio que te entreviste en la última fase sea también un apasionado del mundo del motor y terminéis charlando sobre coches. Aunque estos detalles, por sí mismos, no te darán el puesto, pueden hacerte destacar sobre otros candidatos.

3. Nunca hagas un proceso de selección solo por ego

No hagas lo que hagan los demás solo por aparentar. Evita presentar tu candidatura al despacho de moda solo porque tus compañeros estén haciéndolo. Piensa qué es lo que buscas y lo que te motiva, analiza con detenimiento lo que ofrece cada despacho más allá del prestigio y del dinero, y medita si es una opción que encaja con tus planes profesionales. Quizá algún despacho te ofrece planes personalizados, jornadas de trabajo flexibles, oportunidades internacionales o formación que te permitan crecer, aunque no sea muy conocido. Son muchos los aspectos que hay que tener en cuenta, y muchas veces nos vemos influenciados por el ambiente en el que nos movemos sin pararnos a pensar en el camino que realmente queremos seguir.

4. No limites tus opciones

Aunque sea un tópico, el “no” ya lo tienes. Si quieres saber algo más sobre un determinado despacho, investiga si hay antiguos alumnos de tu universidad trabajando allí y ponte en contacto con ellos. Te sorprendería saber la cantidad de gente que está dispuesta a ayudarte y a tomar un café para comentar su experiencia en la firma y darte consejos. Puedes obtener información muy útil y, en algunos casos, una invitación a participar en un proceso de selección antes de que se haga público. Eso sí, demuestra sentido común en todo momento y contacta mediante LinkedIn o correos electrónicos de alumni, sin bombardear a mensajes a nadie.

Nunca dejes de presentar tu candidatura a un proceso de selección porque pienses que tu perfil no es “lo suficientemente bueno”. Puede que lo que para ti no sea un detalle muy importante, para un trabajador de recursos humanos resulte clave para encajar en un determinado equipo. Así que mantente alerta y esfuérzate en cada proceso.

Incluso si no consigues una oferta o no te llaman para empezar las entrevistas, será una experiencia positiva que te permitirá evolucionar como candidato. Es probable que tus primeros procesos de selección no vayan todo lo bien que querrías o que fracases. Enfrentarte a procesos de selección muy exigentes es algo que te curte y te permite ganar experiencia, lo que dará sus frutos en el futuro.

5. Conócete bien

You do you. Podemos darte muchos consejos para afrontar un proceso de selección, pero, al fin y al cabo, lo que necesitas es conocerte muy bien como persona, como alumno y como profesional. Es fundamental que reflexiones sobre tus puntos fuertes y debilidades, para potenciar los primeros, y pulir y minimizar las segundas.

Esperamos que estos consejos te hayan sido de utilidad, pero recuerda: la definición de éxito la marcas tú, no tu entorno. Busca aquello que te haga sentir realizado y trabaja duro para conseguirlo. Te deseamos mucha suerte en tus futuros procesos de selección y te recordamos que puedes enviarnos un mensaje de LinkedIn si quieres que te echemos una mano.

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